Acerca de nosotros

¿Quiénes somos?

Nos constituimos como una comunidad de mujeres y varones reunidos en torno a la memoria de Jesús, Santo Domingo, Elmira Paz-Gallo y Fr. Angel María Boisdron. Heredamos de ellos y de sus compañeros de camino, sus sueos y proyectos y hoy, somos nosotros los que queremos vivir el carisma, don del Espíritu, en este nuevo milenio.

Nuestra Congregación al llamarse Dominicas del Santisimo Nombre de Jesús, busca anunciar el misterio del Hijo de Dios que se despojó de sí mismo, vivio como uno de tantos, tomó la condición de esclavo y se hizo obediente hasta la muerte (Flp 2,5-11).

Nuestra Identidad se expresa a través del carisma de la Orden de Predicadores. Como miembros de la Familia Dominicana asumimos sus rasgos fundamentales:

Buscamos juntos la verdad y predicamos para hacer posible el sueño de justicia y paz.

Somos una comunidad de predicación que reconoce sus raíces más profundas en la práctica de los hechos y dichos de Jesús como enviado del Padre. Seguimos a Jesús, sintiéndonos enviados por El, al cruce de los hechos y palabras esta buena noticia, que hemos palpado, visto y oído (1 Jn 1,1-3) para crear lazos de solidaridad y comunión

Como hijos e hijas de Domingo escuchamos la llamada de los que nos rodean y sus gritos se escriben en nuestros corazones, moviéndonos a compasión. En nuestras casas de predicación pretendemos vivir la misericordia que Domingo, Boisdron y Elmina transformaron en tramas de acogida, inclusión y humanización. Desde nuestra predicación, nos alentamos a confiar en que podemos buscar juntos la verdad, para la construcción de un mundo en cuyo futuro la justicia y la paz se abrazarán.

Buscamos ser contemplativos desde el estudio y la oración.

Santo Domingo, con no pequeña innovación, insertó profundamente en el ideal de su Orden el estudio orientado al ministerio de la salvación. Encaminó a sus hermanos hacia las escuelas, y los envió a las ciudades mayores “para que estudiaran, predicaran e hicieran convento”. Así mismo Fr. Angel María Boisdron, desde los orígenes de la Congregación, fomentó la dedicación a la investigación, a la vida intelectual y al estudio como rasgo constitutivo de nuestra identidad.

Por la Experiencia de la contemplación intentamos intuir, leer por dentro, percibir con todo ser la presencia del Reino de Dios en la historia, acoger su amor y celebrar su vida entre nosotros. Contemplamos uniendo la oración y el estudio.

Rezamos con todo nuestro ser, con nuestra interioridad, con nuestro cuerpo, con nuestros sentidos, porque entendemos que la oración es la fuerza de la fe en la historia. Estudiamos porque somos pobres, tenemos esperanza y creemos que es posible encontrar juntos la verdad. Queremos que nuestras casas sean lugares de alegría y esperanza donde la fuerza del estudio en común nos anime a construir nuevos conocimientos y sentidos.

Convocamos fraternidades para acoger las orfandades de nuestro tiempo.

Seguimos a Jesús y tratamos de hacerlo presente en la historia desde un discipulado de iguales. En el corazón de nuestra espiritualidad fraterna arraiga un fuerte deseo de comunión. Por eso buscamos dar la bienvenida a los dones de los otros para tejer con confianza tramas de unidad en la diversidad.

Queremos que nuestras casas sean lugares de un diálogo siempre posible. Atesoramos la confianza mutua, que se funda en la rectitud de conciencia y libertad de cada hermano o hermana para discernir la presencia de Dios en la historia. (cfr. Mt 6,33).

Nuestra fraternidad se hace más profunda cuando, a ejemplo de Santo Domingo que fue “padre y consolador de los frailes enfermos y de cuantos estaban atribulados”, tenemos especial cuidado de las personas que sufren más necesidad y ponemos cuantos medios sean necesarios para su acompañamiento, brindándoles afecto y compañía. Porque hemos sufrido orfandades nos sentimos convocados a ser solidarios con los que sufren nuevas formas de orfandad.

Vivimos en una democracia fraterna desde la autonomía y la interdependencia.

Nuestro carisma descansa en la práctica de democracia fraterna, donde la autonomía de las comunidades de las personas no se opone a la interdependencia. La primera es básica y se complementa con la segunda, manifestando así el misterio de la comunión fraterna, este adagio: Lo que a todos toca por todos debe ser tratado y discernido.

La democracia fraterna implica la práctica del discernimiento en común para la toma de decisiones. Se inicia en la comunidad local, se extiende en los encuentros y organizaciones regionales de los colegios, que nos agrupan para el estudio y la predicación, y culmina en la celebración de las Asambleas Educativas.

Nuestra Misión

Pertenecemos a una congregación religiosa perteneciente a la Orden de Predicadores y a la Iglesia Católica, que está consagrada a la predicación de la palabra de Dios, anunciando en el mundo el Nombre de Jesucristo. Según el modo ideado por Santo Domingo de Guzmán, Elmina Paz de Gallo y Fr. Ángel María Boisdron, optamos por un proyecto de vida común cuyos pilares son: vida fraterna, oración, estudio y predicación.

Vivimos la compasión con los hombres y las mueres de cada tiempo, en comunión con laicos con quienes compartimos y sostenemos los diferentes proyectos de predicación y juntos discernimos como anunciar el Evangelio en la cultura contemporánea.

Nuestra Visión

Anhelamos vivir nuestra consagración total a Jesucristo, generando proyectos educativos y de predicación en general, que favorezcan el desarrollo integral de las personas en todas las etapas de la vida.

Buscamos fortalecer espacios y tiempos para la vinculación con Dios, desde el silencio, la vida contemplativa y el compromiso con las personas y grupos más vulnerables.